domingo, 16 de marzo de 2014

Vivir en stand by

Hay días en los que la desesperanza abruma. Nada me sirve, nada me alegra, nada me sostiene. Somatización, invención de todos los males posibles.Dolores espirituales amalgamados con los físicos. Pesadumbre, exacerbación de lo intangible, de lo imaginario como cruel destino. Enfermo de nada. Abatido, sumido en la tozudez de tener algo malo.Verse al espejo día a día como una sombra que se apaga es una tortura placentera. Imposible que entiendan.

Voy y vengo, leo, investigo, comparo mi cuerpo en búsqueda de algún cambio, algún bulto, alguna mancha. Creo que tengo..., no, me parece que es... pero también puede ser... y porque no... Y así estoy entre la incertidumbre y la certeza, entre el bienestar y la enfermedad.

Voy al medico. Chequeo normal. Estado general, cada vez peor. Mas cansado, mas dolores, mas males, mas pensamientos tóxicos. Me tratan de loco, quizá lo esté.Cambio medico, nada cambia, todo sigue igual. "Todo en esta en tu cabeza" me dicen y mi cabeza responde: "Quiero anular ese deseo desenfrenado y obsesivo de sentirme enfermo... pero ¿cómo hago?" 

Todo es incontrolable. Cada día un síntoma nuevo, una enfermedad nueva y una ansiedad que no para. Siento que voy muriendo en pequeñas dosis, un poquito cada día, cada hora, cada segundo. 

No quiero pastillas, no quiero psiquiatras que me envenenen, aunque se que los necesito. Busco salir por las mías. Difícil. Todo se hace muy difícil. El malestar esta, el dolor sigue. Las ganas de quedarse inmóvil por una eternidad hasta que pase la crisis seria lo mejor. Pero no puedo hacerlo, no tengo ese poder... ¿o si? 

Pienso, si tengo el poder de sentirme mal ¿por que no puedo tener el poder para sentirme bien? ¿De que depende? ¿Donde esta el interruptor que invierta las cosas?

Quisiera tener una llave externa que me permita realizar esa inversión. No la tengo, quizá este dentro mio, no lo se. Metería mis manos en mis entrañas hasta encontrarla para tirar de ella y del cable que le da corriente, desenchufarme y vivir, aunque sea por un instante, en stand by.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Duda

Dudo porque soy humano,

dudo porque estoy vivo,

dudo porque creo,

dudo porque soy débil,

dudo por mis propios limites,

dudo porque puedo pensar.

lunes, 10 de marzo de 2014

Anécdotas de mi padre

El algarrobo del cacique Pincén


Corría el año 1934 aproximadamente, yo tenía unos 7 y 8 años. Mi tío Bati había comprado un almacén de ramos generales en un pueblito de la provincia de Buenos Aires, situado entre los pueblos Salidllo, 25 de Mayo y Chivilcoy, a unos 200 km de la capital federal.

Mi tío viajaba periódicamente en su Studebaker 4 puertas por caminos ríspidos, sin asfaltar y muchas veces llenos de lodo. El viaje duraba varias horas y era una verdadera aventura. Yo aprovechaba las vacaciones para ir con él, ya que la pasaba muy bien cuando estaba allí en el campo.

Un vez a la semana iba al almacén en su volanta a tiro de caballo un estanciero llamado Don Antonio Coltrinari que era muy amigo de mi tío y me quería mucho. A veces, me venía a buscar y me llevaba a su estancia La María a pasar 3 o 4 días. A mí me encantaba estar ahí porque cazaba pajaritos con la honda, me bañaba en el arroyo, pescaba anguilas, andaba a caballo y aprendía todas las actividades del campo.

Frente al casco de la estancia había un árbol de algarrobo enorme pero seco que tenía la corteza del tronco como si alguien con un hacha le hubiese pegado cientos de golpes. Intrigado por lo que le había pasado al árbol le pregunto a Don Antonio ¿Qué le pasó al árbol? Don Antonio con su característica parsimonia de hombre de campo me cuenta la historia. Hace 60 años aquí tenía la toldería el Cacique Pincén. Desde acá Pincen lanzaba los malones contra Salaidllo y 25 de Mayo. Cuando volvían de sus incursiones con el malón traían lo que habían robado, ganado, bebidas, vajilla, cautivas y prisioneros. Los prisioneros eran militares que habían capturado. Cuando llegaban a la toldería desnudaban a los prisioneros y los ataban al algarrobo. A la mañana siguiente los hijos de los indios se entretenían tirándoles las lanzas y cuchillos hasta darles dolorosa muerte. Luego, los desataban y se los tiraban a los perros hambrientos, que tenían cualquier cantidad, para que se alimentasen”.

Mire el árbol y no dije nada, haber sido testigo del árbol de Pincén es uno de mucho hechos que guardaré en mi memoria por toda mi vida.

sábado, 8 de marzo de 2014

Mañana


La mañana abriga el espanto,
viento enjaulado en el pájaro
que quiere ser libre.
Despunta el sol las aristas del metal,
las almas se animan a salir a las calles.
Los muros hablan desde su pálida escritura,
alguien quiso que así sea, otros, lo escucharán al pasar y olvidaran su parábola al instante.

La mañana huele a muerte,
los insomnes participan de la fiesta
a la que nadie fue invitado
¿Será que el miedo los paralizó?
¿A dónde fueron aquellos que le escaparon al destino?

La mañana llora al tiempo,
y el árbol lo hace por el bosque,
cruel destino cuando las maquinas braman.
Aquí y allá es lo mismo,
el curso de los acontecimientos camina
ciego por el devenir.

La mañana, el pájaro, el sol, las almas,
los muros, los insomnes, el árbol, el bosque,
la vida.