martes, 22 de julio de 2014

Despojos

Cuerpos.
La misericordia habita
en el espanto.
Huesos,
calcinación del nombre
en la hoguera de las palabras.
Carne,
fibra abierta a la insensatez humana.
Sangre,
derramada en el cuenco
de los tiempos quietos.

Y allí estoy yo
parado ante el horror
entumecido de oscuridad
alimentando la otredad
con la carroña
que dejaron los que alguna vez
arrasaron el suelo.

Un ser humano,
un solo listón de piel quemada
y una arma dispuesta a matar.
¿Quien la usara en nombre de otro?
¿Quien pondrá esa bala en la cabeza
de su semejante?
No seré yo quien apriete el gatillo,
no seré yo quien me lleve el apellido de otro,
si, quien reconstruya los despojos.