lunes, 10 de marzo de 2014

Anécdotas de mi padre

El algarrobo del cacique Pincén


Corría el año 1934 aproximadamente, yo tenía unos 7 y 8 años. Mi tío Bati había comprado un almacén de ramos generales en un pueblito de la provincia de Buenos Aires, situado entre los pueblos Salidllo, 25 de Mayo y Chivilcoy, a unos 200 km de la capital federal.

Mi tío viajaba periódicamente en su Studebaker 4 puertas por caminos ríspidos, sin asfaltar y muchas veces llenos de lodo. El viaje duraba varias horas y era una verdadera aventura. Yo aprovechaba las vacaciones para ir con él, ya que la pasaba muy bien cuando estaba allí en el campo.

Un vez a la semana iba al almacén en su volanta a tiro de caballo un estanciero llamado Don Antonio Coltrinari que era muy amigo de mi tío y me quería mucho. A veces, me venía a buscar y me llevaba a su estancia La María a pasar 3 o 4 días. A mí me encantaba estar ahí porque cazaba pajaritos con la honda, me bañaba en el arroyo, pescaba anguilas, andaba a caballo y aprendía todas las actividades del campo.

Frente al casco de la estancia había un árbol de algarrobo enorme pero seco que tenía la corteza del tronco como si alguien con un hacha le hubiese pegado cientos de golpes. Intrigado por lo que le había pasado al árbol le pregunto a Don Antonio ¿Qué le pasó al árbol? Don Antonio con su característica parsimonia de hombre de campo me cuenta la historia. Hace 60 años aquí tenía la toldería el Cacique Pincén. Desde acá Pincen lanzaba los malones contra Salaidllo y 25 de Mayo. Cuando volvían de sus incursiones con el malón traían lo que habían robado, ganado, bebidas, vajilla, cautivas y prisioneros. Los prisioneros eran militares que habían capturado. Cuando llegaban a la toldería desnudaban a los prisioneros y los ataban al algarrobo. A la mañana siguiente los hijos de los indios se entretenían tirándoles las lanzas y cuchillos hasta darles dolorosa muerte. Luego, los desataban y se los tiraban a los perros hambrientos, que tenían cualquier cantidad, para que se alimentasen”.

Mire el árbol y no dije nada, haber sido testigo del árbol de Pincén es uno de mucho hechos que guardaré en mi memoria por toda mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario