Por un bosque de arena
transita el peregrino,
no ve nada,
solo la arena
en sus ojos.
La lejanía es un anuncio
promisorio en el horizonte,
la nada aquieta la sabiduría
que lo asiste.
Pero el peregrino
brilla
en la amplitud del bosque,
nada detiene su larga marcha,
solo la voz
del que lo llama
a hacer
puede vencer la terquedad
de sus pies.
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