La lluvia llegó sin
aviso, más calma de lo que esperaba, pero refrescante. Cuando salió de su
trabajo dejo que el agua fresca lo mojara, despreocupado, entregado, como
si el mundo fuese a terminar en
segundos. Las espesas gotas iban empapando su indefinida figura, que ahora era
una mancha oscura en medio del temporal, que había apagado toda señal de vida.
Era como si los tristes habitantes se hubieran esfumado. Miró hacia ambos lados
y no vio nada. Fue allí cuando se dio cuenta que estaba solo.
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