Tamara sabia que debía lidiar con
la mujer de Rodrigo. Imaginaba como sería su respuesta cuando se enfrentara
a él y le diera la oportunidad de
elegir, seguramente sonaría convencional
y hasta en un punto irrisorio. Entró
en su casa y divisó un elegante paquete sobre la mesa. Se acerco y vio que eran
bombones. Una tarjeta con solo cuatro palabras “Te amo, Rodrigo”. Su
rostro se iluminó, y la tristeza que la perseguía se desvaneció. Abrió la caja,
eligió el más grande, lo llevo a su boca, sin saber que esa sería la última vez
que vería a Rodrigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario