domingo, 26 de septiembre de 2010

Condición humana

El hombre subyace ante su destino,
prefiere no mirar el rudimento
capaz de quebrar
su diametral despojo,
su alucinada marginación.
Quiere crecer,
opuesto a toda condición humana,
incólume,
declamado como unipersonal,
dejando que cada parte de su cuerpo
prolifere hasta las fibras más intimas.
Pero esta condenado a quedarse
en la mitad de su trayecto,
en el punto donde las cosas
pierden el rumbo y no pueden ser.
Porque su infortunio
ha dado los frutos del error
y su cosecha fue efímera
como una sombra.
Y el hombre
permanece detenido
como un muerto,
allí, donde empieza
todo lo que termina.

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