domingo, 26 de septiembre de 2010

Infieles

La carne llama al desenfreno,
se vuelca la lasciva tempestad
de la libido
en la misteriosa similitud
de dos cuerpos
que se agitan
con la complicidad de la noche.

Impregnados de sudor impuro,
apenas bulle la sangre
por sus exaltadas venas
parece explotar
el obsecado rito
para abrirse a un tiempo lujurioso.
Son como cerdos revolcándose
sobre una cama de fuego.
Lecho espejo con las caras
del cielo y el infierno.

Dos voces en secreto
conjuran a la luna un hechizo,
para engañarla desde la intimidad
de sus cuerpos desnudos.
Olvidados,
permanecen hasta el amanecer, 
vergonzosos pasajeros
del silencio.

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