Apenas un breve sueño
despertó en mi.
Tendida mi espalda
hacia el horizonte crepuscular
de la ignorada sabiduría
me elevo al tiempo
que mojo mis mejillas
en el verde espejo
que se abre.
Entonces,
el horizonte delineado
en el iris de mi ojo
creció voluminoso,
planto las mieses
de su simiente fresca
en mi consciencia
para venerarse a cada año,
a cada vuelta de horizontes
que se abren y se cierran.
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