Una ventana,
un camino lejano
y sinuoso, detrás.
Una sombra que se interna
traspasando umbrales
de piadosa tragedia,
un pájaro pinta con su vuelo
el camino yermo.
Quietud,
desolación,
muerte unida a la mente,
espacios sin espacios,
abismos sin gargantas
y otra ventana.
Un río, tumultuoso,
abismal bramido
que brota desde su lecho.
Una sombra (ya no tan sombra)
que penetra en el ojo que se abre.
Nada en la tempestuosa soledad del agua
y hunde sus manos hasta agotarse.
Crece su largo sueño en la orilla.
Ha llegado.
La piedra,
inmensa mole de aristas
que se abrazan al aire
y en su centro otra ventana,
más pequeña.
Alguien cruza (ya no es una sombra)
el marco destinado a su pie.
Detrás, una puerta,
un rito que se inquieta,
un libro sobre una mesa,
un poema
y otra ventana.
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