viernes, 2 de octubre de 2009

Lluvia

Llueve.
Quizá despierte el ojo con su lágrima al mundo,
con su tintineo voraz, con su tempestad de mares.
Quizá la lluvia  descorra el manto de un gran silencio,
que se agranda a cada golpe de presagios.

Llueve.
El mundo sueña desesperado, con el olvido,
la lluvia no olvida, asegura su inmenso lagrimal
en la garganta de los sueños perdidos y los ahoga.
Hunde sus espadas de agua en el horizonte para ver brotar
la sangre  de las generaciones que callaron.

Llueve.
La lluvia lava a la humanidad,
desintegra al miedo, desprende al árbol de su raíz más dura,
hasta arrancarle el mal de sus entrañas,
enfrenta al hombre a su Universo y lo refleja.

Llueve.
La lluvia es el llanto cotidiano
por el cuál nos deslizamos,
hasta caer rendidos en los inmensos labios
de nuestra existencia.

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